jueves, 14 de febrero de 2013


EL ÁNGEL DE LA LIBERTAD


"Jamás el amor infinito de Dios hubiera brillado en las alegorías de su misericordia, si el hijo
prodigo del cielo se hubiese quedado en la casa de su padre.
Cuando todo era luz, la luz no estaba en ninguna parte; ella estaba contenida en el seno de Dios que
estaba trabajando para producirla. Y cuando dice: “Hágase la luz!”, permitió que la noche repeliese
la luz y el universo salio del caos.
La negación del ángel, que al nacer se rehusó a ser esclavo, constituyo el equilibrio del mundo y el
movimiento de las esferas comenzó.
Y los espacios infinitos adoran este amor a la libertad, tan inmenso para llenar el vació de la noche
eterna y tan fuerte para soportar el odio de Dios.
Pero Dios no podía odiar al más noble de sus hijos, y solo experimentaba su cólera, para
confirmarlo en su poder.
Por eso, el propio verbo de Dios, como si tuviese envidia de Lucifer, quiso descender del cielo y
atravesar triunfalmente las sombras del infierno."


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